jueves, 15 de octubre de 2015

cómo dar el paso con el apoyo de tu cónyuge.

PSICOLOGÍA Y SALUD

Terapia de pareja
 cómo dar el paso con el apoyo de tu cónyuge.
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Las crisis matrimoniales son muy comunes y afectan a casi todas las parejas que llevan ya algunos años de convivencia. A veces, los problemas se pueden arreglar solos y otras veces es necesario buscar ayuda profesional, como un psicólogo, para mejorar la calidad de la relación.

Es en ese momento cuando, en algunos casos, se producen discusiones en la pareja ya que, generalmente, el marido opina “todo se solucionará por si solo” mientras que la esposa piensa que “sin ayuda, las cosas no cambiarán”.

En un gran porcentaje de casos “gana” el marido, se deja pasar el tiempo, nada cambia y lo único que cambia es que la relación se desgasta y, si no se reacciona a tiempo buscando ayuda especializada, se puede llegar a la ruptura.

¿Cómo sé si tengo un problema conyugal?

El concepto «problemas conyugales» significa: estado de insatisfacción individual asociado con la relación de pareja, que deriva en acciones coercitivas para cambiar a conducta del cónyuge.

En todas las relaciones que pueden llegar a ser problemáticas, ya sean matrimonio, pareja de hecho u otra forma de convivencia afectiva que pueda resultar insatisfactoria, cada uno de los miembros de la pareja percibe, claramente, qué aspectos del comportamiento del otro han de cambiar para que la relación vuelva a ser satisfactoria. Pero, muchas veces, estos intentos de cambio infructuosos son los factores que agravan y mantienen la crisis de la pareja.

Por tanto, los «problemas conyugales» están formados por un conjunto de interacciones interpersonales problemáticas, como son: problemas de comunicación, conductas aversivas, pensamientos derrotistas y respuestas emocionales que van del estrés a la desesperación.

Las relaciones afectivas deben ir adaptándose a diversas variables, muy cambiantes, como son: las propias expectativas de la pareja, cambios vitales de ambos miembros,  discrepancias educativas, atención a la familia extensa, satisfacción sexual y reproductiva, gestión de los recursos materiales, de las relaciones sociales y del tiempo de ocio, distribución de los roles y de las actividades domésticas, conciliación de diferentes valores, filosofías de vida y del grado de independencia...

Si no existe esta conciencia de cambio continuo entre ambas personas y una actitud coherente de implicación en la propia pareja y, por tanto, en su continuo cambio, es inevitable que aparezca un sentimiento de insatisfacción conyugal.

Por tanto, podríamos asegurar que se van a producir discrepancias entre dos personas diferentes que, sin embargo, comparten un proyecto de vida y, necesariamente, expectativas comunes.

Llegados aquí, habrá parejas que se planteen la separación como única opción ya que culpan de su insatisfacción al otro, mientras que otras parejas valoran su relación como satisfactoria ya que intentan ayudarse en la búsqueda de una solución satisfactoria para ambos, aunque provengan de puntos de vista diferentes.

¿Cuál es el momento adecuado para ir a terapia de pareja?

Antes que nada, si te estás planteando está pregunta es porque – intrínsecamente- reconoces que hay un problema que precisa de solución. Por tanto, vaya por delante que ya debes felicitarte por haber tomado conciencia -aunque sea unilateral- de que algo falla en su relación.

Los problemas más frecuentes que se ven en la consulta son:

  1. falta de comunicación: se sienten “como si hablarán en idiomas diferentes”
  2. celos
  3. desacuerdos
  4. discrepancias educativas que uno de los dos halla intolerables
  5. disminución del deseo sexual
  6. problemas en la percepción de la relación con el otro (no se sienten queridos o deseados)
  7. emociones “tóxicas”
  8. problemas en la aceptación de los logros del otro.
Pero, ¿es útil la terapia de pareja?



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Los resultados son favorables en el 80% de los casos y, si el compromiso de la pareja es alto -cosa que no sucede en la situación planteada- el éxito puede llegar al 100%.

De cualquier manera, la terapia de pareja implica una solución pero tanto en sentido positivo como negativo. Es decir, hay parejas que vienen estando seguras que “el amor se ha acabado” o “no perdonaré nunca la infidelidad, me ha hecho mucho daño” y lo que desean es separarse pero sin llegar a odiarse.

En cambio, lo más común, es que acudan parejas a intentar reconciliarse, aprender a comunicarse, a escuchar más y mejor al otro, a aprender a reconocer las necesidades del otro.

La persona reticente a la terapia debe pensar que el terapeuta es un psicólogo con formación en Terapia de Pareja y Sexual, cuya misión no es actuar de juez, ni declinar la balanza hacia quien tiene más/menos razón o más/menos culpa. El terapeuta “no está de parte de nadie”, sino que su objetivo es ayudarles, poniendo todo su interés y profesionalidad.

Asimismo, tiene el compromiso de mantener la confidencialidad y de dar feedback de todos los progresos. Por otra parte, debe decir cuántas sesiones a la semana o con cuánta periodicidad son necesarias pero no dar una fecha de conclusión de las mismas ya que pueden surgir imprevistos.










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